Se hace la Señal de la Cruz, se reza el , y luego la siguiente oración introductoria:
Señor mío Jesucristo, Tú que recorriste con amor infinito el camino del Calvario, para redimirme de los pecados con los que te he ofendido, dame, te suplico, la gracia de meditar con verdadero dolor todo lo que padeciste por mí.
María Santísima, Mater Dolorosa, enséñame a tener sentimientos como los que tú has tenido en la Pasión de tu Hijo, para que así pueda aprender en el libro de la Cruz el arte de amar a Dios. Amén.
Para cada estación:
Se anuncia la Estación.
Se dice:
U: ¡Te adoramos, Cristo, y te bendecimos!
T: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Se hace la lectura correspondiente.
Se deja un breve silencio.
Se puede rezar un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Se dice:
U: ¡Señor, ten misericordia de nosotros!
T: Porque hemos pecado contra Ti.
Primera estación: JESÚS CONDENADO A MUERTE
Jesús mío, eres injustamente sentenciado a morir en la Cruz. El temor a los judíos del débil Pilato es el que te condena. ¡Señor, haz que te reconozca siempre delante de los hombres y no permitas que mi cobarde temor al qué dirán vuelva a condenarte!
Segunda estación: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Señor, llevas a cuestas el pesado madero para enseñarme a llevar cada día mis propias cruces. ¡Dame la gracia de abrazar con amor todos los sufrimientos que me tengas preparados hasta la muerte!
Tercera estación: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
Amado Salvador mío, más que el peso de la Cruz son mis pecados los que te hacen sufrir tantas penas. ¡Que los méritos que alcanzaste por esta caída me sostengan en las tentaciones!
Cuarta estación: JESÚS ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE
¡Cuánta pena has experimentado en este encuentro con tu Santísima Madre en la calle de la amargura! Tu mirada fue otra espada que atravesó el corazón de María. ¡Dios mío, concédeme la gracia de tener una verdadera devoción a la Mater Dolorosa!
Quinta estación: EL CIRENEO AYUDA A LLEVAR LA CRUZ DEL SEÑOR
Señor Jesucristo: por obligación te ayuda Simón de Cirene a cargar el agobiante leño que ha de darte muerte. ¡Que yo no rehúse mi cruz! Antes bien, ¡que cada día cumpla tu Voluntad sin demoras, sin reservas, para siempre, por amor!
Sexta estación: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
¡Imprime, Redentor mío, sobre los pliegues de mi alma, tu divino rostro, bañado en sudor y sangre, para que nunca olvide que fueron mis pecados los que te ocasionaron tanta aflicción!
Séptima estación: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
Tú vuelves a caer porque yo vuelvo a pecar. Tantas veces me has perdonado y yo he vuelto a ofenderte. Por los méritos de esta nueva caída, ayúdame, Señor, a levantarme siempre que caiga y a perseverar en tu amor hasta la muerte.
Octava estación: JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
"No lloréis por mí, sino por vosotras y por vuestros hijos". Es tu última amonestación sobre la tierra. Señor mío, así me das a entender el gran castigo que merece el pecado. ¡Dame la gracia de llorar mis faltas por haberte ofendido a Ti; más por amor que por temor!
Novena estación: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
Extremada es tu debilidad, Señor, y excesiva la crueldad de tus verdugos, que te pisotean y te humillan. ¡Enséñame a vencer los respetos humanos y a sacar provecho de las humillaciones que se me ofrezcan!
Décima estación: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Con gran violencia los soldados te arrancan las vestimentas pegadas a tu cuerpo y tu desnudez queda expuesta ante la muchedumbre. Inocentísimo Jesús: ¡ayúdame a desapegarme de los bienes de la tierra y a llorar las impurezas por las que pagaste tan alto precio!
Undécima estación: JESÚS ES CRUCIFICADO
Cae el martillo y traspasan con clavos tus manos y tus pies. Manos que bendijeron y sanaron; pies que recorrieron los caminos para buscar al pecador. Señor: ¡que también yo me deje clavar gustosamente en el madero de la Cruz y nunca más te abandone!
Duodécima estación: MUERE EL SEÑOR EN LA CRUZ
He aquí la gran prueba del amor de mi Dios. ¡Cuánto te costó, Salvador mío, conquistar el corazón de este gusano de la tierra! Y, después de tanto padecer, dame la gracia de morir abrazado a Ti y consumido por tu amor.
Décimotercera estación: DESCIENDEN EL CUERPO DEL SEÑOR Y LO ENTREGAN A SU MADRE
María Santísima, tú que eres la más afligida de todas las madres, alcánzame el dolor de mis pecados, que fueron la causa de la muerte de tu divino Hijo y de la espada que traspasó tu Inmaculado Corazón.
Décimocuarta estación: DAN SEPULTURA AL CUERPO DE JESÚS
Ya veo, Señor, que eres el grano de trigo que cae en la tierra para darme la Vida en abundancia. Enséñame a negar cada día mi propia voluntad y mi propio juicio y así poder dar frutos de santidad para tu mayor gloria.
Se reza un Padrenuestro, Avemaría y Gloria por las intenciones del Sumo Pontífice, para ganar las santas indulgencias. El Vía Crucis goza de si se reza delante de estaciones legítimamente erigidas.